Tapia


























Sentada aquí en mitad del todo y de la nada. La mar anda hoy revuelta y una ola me ha salpicado de la que pasaba hacia el faro. Realmente no noto la diferencia pues el agua de la lluvia me había calado hasta los huesos.


Me pasaba mucho estando aquí... caminaba, bajo sol, bajo lluvia, bajo tormenta... sin darme cuenta del paso del tiempo ni de nada que me rodease que no fuera el mar. Con sus movimientos lograba hipnotizarme, mantenerme en un estado de semiinconsciencia. A veces empezaba en la playa y acababa sentada en el mismo lugar que ahora, en el faro, con diferencia de horas y sin saber cómo. Realmente creo que no es solo el mar, es el sitio... desde pequeña... caminar por las calles vacías, por las playas cuya arena roza el pie eliminando células muertas igual que el agua parece, ahora, llevarse toda la negatividad, todo lo malo para que el sol me cargue de todo lo bueno.

El día de hoy había sido especialmente aburrido... paseo matutino en busca de recados, comida con los primos y después algo de tele pero entonces sentí que acudías a mi mente como aquella necesidad de agua en una tarde calurosa de verano.Me levanté de un salto y salí... obviando las preguntas de a dónde iba... me daba igual no llevar chaqueta, paraguas... hacia calor... pero llovía.


Durante un rato me refugié en la pequeña cueva de la playa ya que la marea estaba baja pero cuando me cansé de estar ahí encerrada contigo en mis pensamientos decidí que sería mejor caminar al borde de la marea... mientras mis pies se dirigían hacia el agua mi mente no paraba de avisarme de que estaría fría... maldita mente... siempre poniendo la zancadilla... y a veces... una zancadilla tan ilógica como para ponerme un no puedo en la boca cuando estoy a punto de subir una cuesta en bici...


En efecto, llegué al agua y quizás porque estaba predispuesta a ello, apenas me rozó el pie me arrepentí pero seguí caminando por ella hasta que me acostumbre.No sé cómo pero llegué al faro... aquí donde estoy sentada.

Desde niña había sido uno de mis sitios preferidos, alguna vez había visto atardecer y miles de tardes había empezado y acabado libros bajo un viento típico de mar.Pero hoy no llevo hojas para leer... el sol desapareció ya hace unas cuantas horas y yo sigo aquí con unas cuantas llamadas perdidas en mi móvil. Llámame loca, lo podría entender.

En realidad es una reacción poco lógica e incluso un poco temerosa porque para llegar al faro hay que pasar por las violentas olas y todo ello no concuerda con mi conducta normal. Pero siéntate a mi lado, mira al frente, al mar y, aunque la lluvia no cese, el viento de vez en cuando te recuerde que la chaqueta quedó encima de la cama... dime si el tiempo no se para mientras miras al mar y dime... si todas tus necesidades no quedan relegadas a la no existencia y tus pensamientos se desenredan y te inunda una paz de la que no quieres despertar.

Aunque antes o después hay que volver a despertar, contestar a las llamadas, volver al hotel y relegarte otra vez a esa esquina de donde rara vez debes salir.

Estos días son días... que me sirven para aclarar las ideas, para hacer una cura... porque al fin y al cabo... Tapia es la mejor medicina... aunque esta vez no haya sido como siempre sino mejor.