Dice el ladrón...

Todos los ladrones esperan con locura su último gran golpe.

Ese que les cambia la vida, que les permite jubilarse, vivir la buena vida y olvidarse de ese pasado delictivo. Ese golpe en el que se la juegan todo pero… ese en el que todo lo que arriesgan lo pueden ganar.

 La pregunta que me asalta es que, ¿qué haces cuando toda tu vida has sido un ladrón?

Seguirás siendo ladrón, al igual que el médico seguirá tratando a los que estén a su alrededor, al igual que un maestro no podrá evitar corregir un error. Me pregunto si todos los enamorados buscan con ansia ese gran golpe, ese gran beso con el que se puedan jubilar, con el que se puedan acostumbrar, con el que puedan vivir día tras día… esa persona que les agradezca su amor, esa persona que lo comparta, quizás otro enamorado, y ya sean dos que para siempre, como el ladrón vivan entregados a su profesión: la de querer y ser queridos.

 Lo han estado buscando tanto tiempo que ya no serán capaz de dejarlo escapar, lo guardarán anudado en la gargantilla que cuelga cerca de sus corazones, lo guardaran con paz, casi sin guardarlo.