Bola 8


En algunos momentos nos aferramos a aquello que no tiene lógica para intentar creer en lo que sabemos que no es real. 
Cogemos una moneda y la lanzamos al aire, esperando que sea ella la que decida la realidad, esperando que nos diga lo que queremos oír como aquella margarita que al deshojarla pierde su belleza para iluminarnos con una sonrisa la cara y, si sale lo contrario, ¡cogemos otra!



Como esa bola 8 a la que le preguntamos preguntas tontas y ¡acierta!... entonces vamos a por la importante y queremos creer que, si lo que dice es positivo, que tiene razón y, si por el contrario recibimos aquella respuesta que no queremos oír, que vaya tontería.




Pero en muchos momentos no es cuestión de suerte, de azar pero tampoco de decisiones y verdad, sino que es cuestión de impulsos ya que, en realidad, vivimos por estímulos, por pensar y actuar pero, muchas veces, actuar sin pensar y, resulta, que muchas veces dejar al comecocos apagado hace que disfrutemos más del minuto vivido




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