Una de las dos verdades era verdad


La lluvia cae incesante, no le preocupa si moja el primer beso de dos enamorados o la primera lágrima del adiós.

Dos vidas paralelas, dos chicas con un humor contrapuesto, una mirada totalmente distinta. La primera con un corazón que late al ritmo de la música alegre que escucha, que no le importa que el agua moje su cara, al contrario, casi lo agradece, esa sensación de frescura que la hace sentirse viva, darse cuenta que lo tiene a él y que no es un sueño, que es la pura realidad. Sonríe por la calle, la gente que se fija en ella solo pueden ver a una jovencita risueña, feliz que en su locura y, aún con un pequeño paraguas verde enrollado en la mano, deja que esas gotas de agua la empapen.
Por el otro lado está ella, con la mirada perdida, la cabeza agachada, el paraguas rojo cerrado en la mano dejando, también, que las gotas de agua se deslicen por su rostro sin importarle que dejen rastros del rímel que llevaba, goteras de su maquillaje muestran las huellas de la espada que atravesándola acababa de crear la herida que en sus ojos se reflejaban. Caminaba por no derrumbarse, sin saber dónde iba, sin saber qué hacer, qué decir, qué sentir… Una voz pronunció su nombre desde lejos, ella no reconoció ni la voz, ni su nombre, en sus pensamientos solo estaba él y el adiós que le acababa de soltar sin anestesia, sin un beso de despedida, sin una caricia en la que ella reconociera el amor que una vez ambos compartieron y que ahora era ella la dueña exclusiva.
Ambas se encontraron de frente, se reconocieron, eran ellas, amigas, las mejores… hermanas sin unión de sangre pero si de cariño, de amor fraternal…
Una con su mirada feliz, la otra con su mirada destrozada… la feliz no se atrevía a levantar la cabeza, estando por primera vez en el día cabizbaja y los ojos tristes empezaron a atar los lazos que unían su historia sin sentido hasta ahora.
“¡Tú!”- La acusó.
Ella intentó explicarse, intentó contarle toda la historia, como ella no había querido pero que con algunas cosas no existían los planes ni la conciencia porque… simplemente no se podía luchar contra algunos sentimientos y que… que ella era su amiga, su hermana… y que si la quería la comprendería…
Meses estuvieron sin hablarse, sin verse… olvidadas la una en un rincón del corazón de la otra…
Hasta que otro día caminando por las calles de la ciudad se encontraron de frente, esta vez ninguna de las dos iba sola y las dos tenían la misma mirada de felicidad, de enamoradas…

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